Con esta mejora se contribuyó a la expansión y mejora económica de los españoles; uno de los pilares básicos del estado del bienestar.
Ahora bien, los indicadores económicos actuales son alarmantes: la creciente precariedad laboral, el descenso estrepitoso de la producción industrial, la fiscalidad salvaje, y la imposibilidad de ahorro, hacen imposible el acceso a la vivienda para los españoles, especialmente para la juventud.
En los últimos años España ha sufrido una reducción drástica de la tasa de natalidad, estamos a la cola de Europa. Sin embargo, la población crece cada año como consecuencia de la inmigración ilegal masiva que afecta de forma transversal a los cimientos de nuestra nación: sostenibilidad del Estado de bienestar, condiciones de trabajo, acceso a servicios públicos y vivienda protegida…
Es una situación preocupante, que se agrava con los siguientes datos que identifican esta creciente necrosis habitacional; y existencial.
En primer lugar, el PIB per cápita de España en 2008 representaba casi un 96% del PIB per cápita medio de la UE. Y, sin embargo, en 2023 representa menos de un 81%. España ha perdido en esa «convergencia» con la media de la UE casi un 15% de su PIB per cápita. Y en la comparativa con EEUU, en 2008, el PIB per cápita de España representaba el 73% del norteamericano, mientras que ya en 2023 había caído hasta el 40%.
Sin embargo, en 1993, la distancia entre el salario de España y el de Francia era del 8,3%, mientras que en 2023, era del 33,7%. Y si hacemos la comparativa con Alemania, el salario medio real alemán en 1993 era un 25,75% superior al español, y en 2023 era un 48,14% superior.
Cada día somos más pobres, y llevamos años sufriendo este problema sin que ningún gobierno haya aportado soluciones.
España es el país con mayor tasa de pobreza infantil de la UE, con casi 3 millones de niños y adolescentes en riesgo de pobreza (el 34%).
Es más; las sucesivas legislaciones laborales, y la última reforma laboral de Yolanda Díaz, solo han empeorado la situación: menos puestos de trabajo repartidos entre más gente, es igual a más precariedad laboral para todos, y con los peores datos de paro de toda la Unión Europea y la OCDE, un 10,9% (uno de cada cuatro parados de la eurozona es español).
Cuatro años consecutivos siendo campeones del paro
Con 4 veces más desempleo entre los jóvenes españoles, por ejemplo, que los alemanes (25,6%); menos de 2 de cada 10 contratos que se firman en España son indefinidos y a tiempo completo; más de 900.000 trabajadores tienen dos o más trabajos, de los que más de 100.000 combinan tres o más; los salarios reales de los españoles llevan estancados 30 años.
En segundo lugar, el precio de los alimentos se ha duplicado desde 2002. La mitad de esta subida se ha producido desde finales de 2021. Es decir: salarios de miseria, inflación desbocada y expolio impositivo han dinamitado el poder adquisitivo de los españoles. Y, a pesar de ello, la recaudación (impuestos o cotizaciones sociales) no para de crecer. En consecuencia, es imposible ahorrar; y al no poder ahorrar, nuestra juventud no tiene posibilidad de ser dueños ni planificar una vida estable.
Para colmo en 2002 el 65% de los jóvenes entre 23 y 28 años eran propietarios.
Ese dato ha caído más de 40 puntos. Sufrimos una degeneración habitacional y una generación de jóvenes desposeídos. En 2011 el 70% de los menores de 35 años eran dueños de sus casas. Hoy solo el 31%. Han desaparecido los propietarios de rentas bajas y medias bajas, tan habituales en España.
- En los años 90 comprar una casa suponía 3 años y medio de salario bruto anual. Hoy en ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia o Palma se requiere más de 10 años.
Con tanta gente expulsada de la posibilidad de comprar, se ha generado una necrosis debido a una burbuja en los alquileres; los precios se han duplicado y hasta casi triplicado frente a los de hace 10 años, y se ha acelerado el proceso de concentración de la propiedad: 6 de cada 10 operaciones de compraventa se hacen sin hipoteca y se ha triplicado el stock de vivienda en manos de fortunas y fondos extranjeros.
En 2002 el esfuerzo de una familia humilde para pagar el alquiler era un 25% de sus ingresos. Hoy más del 40% de los españoles dedica más del 40% de su renta mensual a pagar una vivienda que nunca será suya. En las principales ciudades, supera el 60%.
La mitad de los inquilinos españoles está en riesgo de exclusión social, el doble que la media de la Unión Europea.
Actualmente, si un joven quisiera emanciparse en solitario, no tendría suficiente con sus ingresos. Teniendo en cuenta que el alquiler medio de una vivienda es de 1.072 euros mensuales y que el gasto medio en suministros de vivienda es de 120,37 euros al mes, el precio de un alquiler en solitario, junto a los gastos de luz, gas y otros suministros sumaría 1.192,37 euros mensuales (el salario íntegro de un joven español, y todavía le faltarían 144 euros; sin incluir la compra de alimentos).
- En consecuencia, los jóvenes españoles se ven obligados a seguir en casa de sus padres.
Solo 15 de cada 100 jóvenes menores de 35 años viven emancipados. Para muchos de esos 15 jóvenes la salida es vivir con extraños. La media de edad del habitante de un piso compartido ha pasado de 29 años a 34 años y medio. Una habitación en un piso compartido cuesta hoy lo mismo que costaba hace 10 años el alquiler completo de una casa.
De “comprarte” un piso a “compartir” un piso, sólo cambian algunas letras, pero hay un abismo en las condiciones de vida.
Concluyendo: hemos pasado de ser un país de propietarios a uno de precarios sin casa; de las segundas viviendas a las viviendas de segunda; de la vivienda de protección oficial a la protección oficial de la ocupación; de la estabilidad familiar a una “generación caracol” que va con la casa a cuestas sin poder echar raíces en ningún sitio a consecuencia de esta necrosis habitacional.
De trabajo, casa y coche, hemos pasado a paro, zulo y carril bici; y aún querrán que demos las gracias.