Una de las tendencias que aparecen este invierno son los denominados charms, y tienen una historia bien interesante.
Los charms para esta temporada son peluches pequeños, tipo osos, conejos o cualquier tipo de animalito; son de tendencia naif, que se define como una tendencia infantil, ingenua o con simplicidad, irán enlazados a las asas del bolso, incluso con varias figuras de peluche a la vez, y podríamos terminar con otra variante: llevar un minibolso al mismo tiempo que el bolso grande. Ya venimos de una tendencia similar en verano, los labubus; pero estos personajes son más de cómic, o de series de juguetes, y aparte de haberse utilizado como pieza de complemento, también son artículos coleccionables.
Pero centrémonos en los charms. Lo que me fascina, deteniéndose en su historia, es que los charms nos acompañan casi desde el nacimiento de la humanidad, se les sitúa en el Neolítico, un charm es un amuleto, que difiere un poco de un talismán. El amuleto es más bien una herramienta para proteger; el talismán trata de atraer energías positivas.
Los primeros, sin duda, eran piedras, huesos, conchas marinas o pequeñas piezas que creían podían poseer algún tipo de poder de protección y se han encontrado en innumerables excavaciones.
Sin duda, como en las piezas de moda, el charm elegido denotaba un tipo de personalidad, trasladaba un mensaje, una diferenciación, incluso para resaltar un estatus social. Ni que decir tiene cuál es la importancia de los complementos en el vestir; no usarlos es como amueblar una casa y no poner cortinas.
Existe un cambio importante con la llegada del uso del metal y el desarrollo de la metalurgia. Las fíbulas eran piezas de madera, tipo broche, que se utilizaban para sujetar la ropa, y pasaron a realizarse en metal; estamos hablando de unos 3.300 años antes de Cristo. Al siguiente paso, llegamos casi mil años después: los egipcios empiezan a enterrar a sus difuntos con joyas, y, en unos trescientos años más, los mismos egipcios empiezan a desarrollar la joyería, donde el oro es el metal más preciado, y, por supuesto, los charms están entre sus joyas. Los charms siguieron su evolución en la historia y se utilizaron figuras de animales, u otro tipo de reproducciones, en pulseras y en otras piezas complementarias; cada civilización, en cada momento de la historia, los ha seguido utilizando, su uso no se abandonará, y se utilizarán, bien con motivos religiosos, cruces, colgantes, y todo tipo de piezas, con un simbolismo, buscando siempre su personalización y que sea nuestra pieza única; con el paso del tiempo se colocarán fotografías en pequeñas piezas de joyería, que se llevarán casi siempre encima, esto es muy propio de la época victoriana, y da un toque más romántico al uso de los charms.
Llevándolo a nuestra época más reciente, casi todas las personas, de una u otra forma, guardan, o llevan consigo, piezas que suponen algo especial; la industria entra en este mercado potenciando su uso y una distribución más masiva: todos conocemos el boom de Pandora. No deja de ser una forma de personalizar piezas con pequeños charms, para crear piezas con figuras que nos representan, y la posibilidad, que cada uno pueda crear su pieza de la suerte, que le protegerá de todo mal, utilizando el mismo esquema que hace más de 5.000 años.
Se desarrollan, como complemento de la ropa, pulseras, collares, colgantes y siempre buscando un simbolismo; nos acompañan en ocasiones, de forma continua o pasan de generación en generación, no es una cuestión de valor económico, es una cuestión de conservar piezas que para nosotros, tienen un sentido emocional en muchas ocasiones. Otras sí que son piezas de alto valor económico, pero con el “poder” de protegernos, una pieza que nos refuerza, que nos gusta sentir o tocar. Aunque parece un poco pueril cuando dices: esta temporada se llevan los charms, en este pequeño recorrido realizado, queda en evidencia que hay piezas con un valor especial, que dan un toque especial a nuestra forma de vestir; conozco una persona que conserva un pequeño pato amarillo, que puede colgarse, o recuerdos de su abuela que integra entre sus cosas, y las combina de distintas formas, seguro le dolería que pudieran extraviarse, no porque sea una joya valiosa, es más por el sentimiento personal que ha volcado en esas piezas, sin duda son sus charms, moda emocional.

















