Según algunos sociólogos estos jóvenes se caracterizan por “no tener noción del tiempo” o por tener “tendencia a la melancolía”, también los han descrito como de “baja autoestima”.
Pero tras comprobar como los jóvenes españoles de toda condición y de todos los puntos de la geografía nacional han acudido a los pueblos devastados de la provincia de Valencia y han trabajado ayudando a limpiar barro y volcándose en ayudar a muchas personas en situación de grave riesgo, me niego a aceptar que se hable de “cristal” para definirlos: Son la generación de “diamante”.
El cristal es frágil pero el diamante es duro. Nuestros jóvenes voluntarios han demostrado que la fragilidad no es su seña de identidad, sino que es la brillante dureza del diamante, y así hay que denominarlos a partir de ahora.
Los valencianos los hemos visto caminar kilómetros con determinación llevando en las manos un cubo y un cepillo, los hemos visto abrazados dándose fuerza entre ellos y transmitiéndola a aquellos que estaban ayudando. Siempre con una sonrisa.
Están siendo un ejemplo para todas las generaciones que les hemos precedido y que , a veces, no los hemos comprendido en sus problemas diarios, por eso es necesario que reivindiquemos su ejemplo y sobre todo que pensemos que a medida que estos jóvenes vayan ocupando puestos de responsabilidad, quizá consigan hacer un mundo mejor, mucho mejor que el que han recibido.
Esta juventud de “diamante” ya ha obtenido el primer reconocimiento y ha sido que la pasarela que cruza el cauce nuevo del río Turia y que conduce hasta la pedanía de La Torre y a las poblaciones de Sedaví, Alfafar, Paiporta, Picanya, Albar, Benetusser y Catarroja, las denominada zona cero de la riada, sea denominada como “puente de la solidaridad”, tal como ha acordado el Ayuntamiento de Valencia.
Cada vez que veamos dicha pasarela recordaremos a los más de 50.000 jóvenes que se han movilizado durante muchos días para ayudar y transmitir fuerza haciendo realidad un “puente de solidaridad” humano.
Al ejemplo de esta juventud hay que añadir el trabajo incansable de policías y guardias civiles, de policías locales, del ejército, de empresas que han hecho donaciones no solo económicas sino de material y de miles de ciudadanos de todas las generaciones. Están trabajando sobre el terreno 2.300 bomberos, 8.000 militares, 10.000 efectivos de la Guardia Civil y policía nacional, 500 policías locales y todos los efectivos de la Policía de la Generalitat.
Se han logrado repartir por el operativo de emergencias de la Generalitat y la Diputación provincial de Valencia 120.000 raciones de comidas caliente, 300 toneladas de comida no perecedera y 2.500.000 litros de agua. Y sobre todo ya se han empezado a abonar las ayudas a fondo perdido de la Generalitat a los ciudadanos afectados de 6.000€ por vivienda para vivienda y enseres de primera necesidad. Se están movilizando 600 técnicos para evaluar daños en viviendas y se están realizando ya las inspecciones a pesar de la dificultad de tránsito por las zonas afectadas.
Se han revisado 92 colegios y el 70% del alumnado podrá recuperar la actividad lectiva la próxima semana. Se ha restablecido el 100% del suministro de agua y el 97% del suministro del gas ya está operativo. Se procederá a la bonificación de las tasas de agua y residuos a todos los ciudadanos de las zonas afectadas.
En la mejora de las infraestructuras también se está trabajando al estar ya restauradas un número importante de carreteras y vías provinciales gracias al desescombro de 2.500 toneladas diarias.
Nuestros jóvenes son de “diamante”, pero lo más importante es que la sociedad valenciana y española escribe su nombre con “S” de solidaridad, la que se ve y se siente en las calles de los municipios afectados .
Que gran ejemplo para las generaciones futuras porque la “riuá” de 2024 marcará nuestra memoria como a nuestros padres marcó la de 1957 y a mi generación la de 1982. Todas ellas nos hicieron sentir que los valencianos y los españoles juntos podemos.