Fernando de Rosa “Pedro Sánchez, el estado soy yo“

Fernando de Rosa “Pedro Sánchez, el estado soy yo“

La frase: “el Estado soy yo”, se atribuye al monarca francés Luis XIV, siendo la máxima expresión del absolutismo político.

Frente al desafío del Parlamento que se negaba a aprobar varios edictos reales, cuenta la tradición que el rey, con traje de caza y fusta mano, pronunció la mítica frase. Sea cierta o no, lo importante es que la misma encarna la manifestación más clara de la autocracia.

La voluntad del gobernante se superpone y elimina la de los ciudadanos y los poderes del Estado se concentran en manos del que gobierna, ya que nada ni nadie puede hacer sombra al “rey sol”.

  • Desde que Pedro Sánchez llegó a la presidencia del Gobierno con sus alianzas a cualquier precio, ha adoptado idéntico rol.

Las terminales estratégicas y sociológicas monclovitas, encabezadas por Iván Redondo, por un lado, y José Tezanos, por el otro, se han encargado de reescribir la historia real para que nada haga sombra a la nefasta gestión de Pedro Sánchez. Lo pudimos ver durante la primera declaración del estado de alarma, donde se ocultaron cifras de infecciones o fallecimientos, o se procedió al cierre del Portal de Transparencia.

La pandemia llegó en mal momento para los planes del sanchismo de asaltar el Estado de Derecho y se tuvo que maquillar la información buscando reforzar la imagen de un presidente que comparecía cada semana ante la televisión, investido con el aura del dios Apolo, como en su día hacía Luis XIV, en sus fiestas palatinas.

  • Para conseguir la concentración del poder, el objetivo final es debilitar o instrumentalizar a los otros poderes del Estado.

La verdad solamente está en manos del presidente del Gobierno. Por eso, con la connivencia de los comunistas, inició una campaña de acoso al Poder Judicial, la cual se materializó con la reforma que limita las funciones del Consejo General del Poder Judicial.

A su vez, habiéndose levantado el estado de alarma a principios de mayo, el Gobierno traslada a la judicatura la responsabilidad de decidir cuando, por la ineficacia e inacción del sanchismo, tenemos un horizonte de incertidumbre en relación con los cierres perimetrales, toques de queda, y otras medidas para combatir la Covid-19.

La finalidad es que el desgaste por las decisiones sobre la pandemia, lo sufra ahora el Poder Judicial. Ese es el plan para que Sánchez salga indemne y pueda seguir viviendo en sus lujos, sus viajes privados en el Falcon, y seguir rodeado de sus cortesanos.

  • El otro poder del Estado, el legislativo, también sufre sus embates.

No olvidemos que, durante el primer estado de alama, bastantes semanas, el presidente eludió someterse a las sesiones de control en el parlamento. Otras veces, con claro desprecio a la soberanía popular, utiliza instrumentos legislativos de urgencia para eludir el debate parlamentario.

Un ejemplo claro ha sido la utilización de un Real Decreto Ley con medidas urgentes adoptadas con ocasión de la pandemia, para reformar la Ley del Centro Nacional de Inteligencia, y permitir que el entonces Vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, pasara a formar parte organismo que supervisa y regula los trabajos del servicio de Inteligencia. Esta reforma ha sido declarada recientemente inconstitucional.

  • En otras ocasiones, el sanchismo hace uso de los instrumentos normativos para reescribir la historia.

El Ministerio de Cultura publicó a principios del mes de mayo, un Decreto en el que se sostiene que “el origen de las bandas de música valencianas se debe a un movimiento mimético de las agrupaciones corales catalanas”.

No le importa al sanchismo faltar manifiestamente a la verdad, pues el Estado y sus Comunidades Autónomas, son lo que Sánchez quiere que sea, aunque sea menospreciando nuestra cultura y tradiciones.

Por cierto, es escandaloso que el presidente Puig y la Vicepresidenta Oltra, guarden silencio y no hayan pedido al Ministerio que proceda a rectificar dicha falsedad.

  • Sánchez ha convertido la Moncloa en su particular palacio de Versalles, donde vive alejado de sus ciudadanos y sus necesidades.

Frente a este modelo de hacer política, debe devolverse a la ciudadanía su voz, saber escuchar y entender sus necesidades, y a su vez, es preciso que el Estado de Derecho y sus pesos y contrapesos funciones sin las injerencias monclovitas. Eso pasará cuando Sánchez deje la presidencia del Gobierno.