Enrique Arias Vega El miedo a lo trans

Enrique Arias Vega El miedo a lo trans

Confieso que tengo miedo a escribir este artículo. Pensaba hablar sobre la diferencia entre hombres y mujeres, siguiendo las teorías de John Gray en su archifamoso libro Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus.

“Estás loco”, me acaba de decir un amigo: “se te echarán encima porque eso es políticamente incorrecto hoy día”.

Pues va a ser que sí, porque al parecer ya no hay dos sexos distintos, sino un montón de ellos, con todas las variedades y combinaciones posibles. Y ya no se habla de sexo, sino de género, que resulta menos discriminatorio.

O sea, que me estoy metiendo en un lío del que no sabré cómo salir. Es más, existe el borrador gubernamental de una ley en el que uno puede elegir el sexo a su gusto y hacerse transgénero sin mayor dificultad y no sé si de forma irreversible o no. Y no quiero pensar que un asunto tan delicado y hasta doloroso para muchos se haga para obtener ventajas funcionales, como podría ser en una prueba deportiva, en las que aún hay discriminación de sexos.

Así que lo voy a dejar estar, porque mi mente no está preparada para semejante revolución, máxime cuando me he enterado que se puede dejar sin rellenar el apartado donde se pregunte el sexo en cualquier impreso si uno no tiene claro de qué categoría es en ese momento.

Por eso, por mi condición de viejo heterosexual, con ideas caducas sobre las diferencias entre hombre y mujer, pido disculpas y comprensión a los lectores y prometo no meterme más en este tipo de jardines, no vaya a salir escaldado y con una etiqueta descalificadora y perenne, como les pasaba desgraciadamente a los judíos en el antiguo régimen nazi.