Enrique Arias Vega: El desprestigio del Tribunal Constitucional
El Tribunal Constitucional tiene como objetivo defender la Constitución, lo que se traduce en velar por los derechos recogidos en nuestra Carta Magna ante los distintos poderes del Estado. En la práctica, sin embargo, se ha convertido en una especie de tribunal de casación que llega a impugnar muchas de las sentencias del Tribunal Supremo. Semejante desviación de sus funciones regladas va en detrimento del prestigio de la institución, que se ha convertido, además, en una especie de apéndice del Gobierno en sus decisiones políticas.
El ejemplo más claro lo tenemos en la próxima revisión de la doctrina del Supremo de que la malversación no entra dentro de la Ley de Amnistía, prometida por el presidente, Conde-Pumpido para antes del verano. Nadie duda que en las actuales circunstancias el Tribunal se alinee con las tesis gubernamentales de amnistiar a Puigdemont y compañía, ya que no es ajeno a este alineamiento el que haya más jueces de izquierdas que de derechas, poniendo en duda de esta manera la independencia de la institución.
Pero el desprestigio no se debe sólo a la desnaturalización de las funciones del importante órgano del Estado, sino de la controversia de sus decisiones. Así, la anulación de la condena de Chaves y Griñán por los ERES de Andalucía provocó un escándalo en su día y ha permitido a la Audiencia de Sevilla llevar al TC a la Justicia Europea para ver si su sentencia en este caso se acomoda a la legislación de Europa..
Como se ve, el descrédito del alto tribunal traspasa ya nuestras fronteras y está a punto de llegar a la UE, que a su vez juzgará a la alta magistratura.