De la corrupción y los partidos

De la corrupción y los partidos…Per Sombra

No se ni para qué escribo esto ya qué dudo que haya algún político que no lo ignore o encuentre una “excelente” excusa para descartarlo

Voy a simplificar mucho y para que todo se entienda bien utilizaré la reducción al ridículo.

Imagine entrar en el banco en el que le ingresan su nomina y tiene su dinero y observar cómo algunos directivos y empleados con cargos intermedios roban, o enterarse por las noticias de que en ese banco han habido, presuntamente claro, varios robos y desfalcos protagonizados por sus mismos directivos y que en algunos casos, además, han sido en beneficio del mismo banco perjudicando a sus clientes y a los de otros bancos.

Es presumible que de darse una situación así usted y cualquiera valorase muy seriamente cambiar de banco, por no decir que todos saldríamos corriendo, sin mirar atrás ni volver a querer saber nada de tal banco dada su nula fiabilidad.

Y si todos los bancos presentan situaciones similares, a meter su dinero en un calcetín bajo de la cama o donde mejor se le ocurra.

Pero, incomprensiblemente, seguimos cargando a cuestas con el lastre de unas instituciones, los partidos políticos, que nunca reciben un fuerte correctivo ni por sus casos de corrupción, ni, sobre todo porque es mucho más grave, por no articular mecanismos internos de control adecuados y eficaces.

¿Nunca se ha preguntado porqué hay corruptos?

La inmensa mayoría de gente no piensa demasiado en ello, achacándolo bien a “la naturaleza humana”, bien, sobre todo cuando no se trata de “su” partido, a que el mismo partido y sus integrantes son corruptos.

No seré yo quien diga lo contrario y es muy posible qué en más de un caso cualquiera de esas opciones dé la explicación pero, por desgracia, la raíz del problema no radica ahí.

La realidad es qué, como los partidos son estructuras de poder, creadas para conseguir y mantener el poder, son fácilmente permeados por individuos que manejan el acceso al poder con técnicas paramafiosas porqué en un partido, en cualquier partido, no se progresa y se alcanzan cotas de poder dentro del mismo partido si a uno no “le ponen en las listas”.

Y eso es así desde sus mismas bases o casi.

Ergo, las listas cerradas propician la corrupción.

De hecho, cualquier mecanismo que permita a una cierta “cúpula” o “sector” o “sensibilidad” o cómo se quiera denominar, a una facción en suma, mantener un control férreo dentro de un partido, genera las condiciones paramafiosas que permiten el progreso de los corruptos y el desarrollo de la corrupción.

El mecanismo es sencillo y no requiere de gran explicación:

Si cualquiera quiere progresar dentro de un partido, en el momento encuentra en su camino a un corrupto se ve abocado como mínimo a transigir con esa corrupción, y más si es “en nombre” del partido, y a verse envuelto en ella o a renunciar a sus aspiraciones dentro del partido.

Así de simple.

O “juegas a lo que ellos”, y si “juegas” ya eres parte del problema, o no te dejan “sentarte a la mesa” porque son “ellos” los que deciden quien se sienta y quien no se sienta “en la mesa”.

Y si somos muy buenistas e inocentes, crédulos y manipulados más bien diría yo, y no queremos creer que esa cúpula dirigente que decide quien va y quien no va en las listas está en esa dinámica, al menos tendremos que aceptar que “alguien” hay que los desinforma y manipula lo qué, si nos paramos a pensar un poco, vendría a ser lo mismo que decir que no son “malos” si no tan sólo unos incapaces e incautos, ¿no cree?.

¿No hay solución entonces?

¡Oh si, la hay y es muy simple!

Las listas abiertas.

Pero no sólo para los procesos electorales generales, autonómicos y locales, no:

En todos los procesos internos de los partidos también.

La cuestión es muy evidente, si usted, yo o quien sea puede tachar de una lista a quien, por mucho que diga que defiende las ideas que usted comparte, no le inspira la menor confianza o, simplemente, no le cae bien, el problema desaparece o, cuanto menos, deja a cualquier posible corruptor sin su principal “herramienta” para entorpecer el que aquellos políticos honrados alcancen cotas de representación, poder y decisión.

De hecho podemos, y deberíamos, ir algún paso más allá.

Las cúpulas de los partidos tan sólo debieran de tener potestad para presentar tanto en sus procesos internos cómo en los externos una lista de sus “candidatos oficiales” y cualquier afiliado a su partido debería poder postularse en esas listas por su simple voluntad o, cómo máximo con unos apoyos mínimos.

Ítem más, y esto cambiaría el juego político y electoral por completo:

En todos los procesos, tanto públicos cómo internos, deberíamos poder votar TODOS los españoles con derecho a voto y, obviamente, esos procesos deberían producirse al mismo tiempo de forma que cada votante, al disponer sólo de un voto, debería reflexionar si opta por utilizarlo para promocionar a alguien en el partido que le resulte más afín o utilizar su voto para evitar que en otro partido alguien que le parezca especialmente nocivo no alcance cotas de poder o representación.

Con una normativa así las cúpulas de los partidos verían limitado su poder tan sólo a establecer las líneas de actuación, las políticas del partido y proponer a unos candidatos oficiales y sus afiliados a promoverlas quedando todos desposeídos de cualquier poder coactivo o con este muy disminuido.

Y, créame, la política se iba a convertir en algo mucho más interesante y, para nosotros el pueblo, divertido.