Wozzeck, un gran broche final a la temporada de ópera en el Palau de les Arts Reina Sofía

Pese a que el Dodecafonismo y el Expresionismo de la Escuela de Viena no son estilos musicales que despierte pasiones, lo cierto es que Wozzeckha supuesto un gran broche final a la temporada de ópera del Palau de Les Arts Reina Sofía.

El argumento es duro, pero realista

Una historia de desamor con infidelidades, en un mundo en donde se retrata la explotación del lumpenproletariat, se ausculta la vida castrense y se critica el experimentalismo manierista de los galenos. El compositor recurre mucho al contrapunto, dentro del lenguaje estilístico de su maestro, Arnold Schönberg.

El montaje, soberbio, muy idiomático y sórdido. Una de las sorprendentes características fue el posible uso de micrófonos y amplificadores del sonido. Se conjugaron dos planos: el inferior, en medio de una charca de agua (el estanque en donde se ahoga Wozzeck) y el superior, un cajón rectangular con efecto dimensional en 3D, la lóbrega morada de Wozzeck, Marie y el hijo de entrambos.

Los pasos sobre la ciénaga se escuchaban con mucha claridad, como si hubiese algún amplificador de sonido. Los actores y cantantes iban maquillados al estilo de la pintura expresionista alemana coetánea, con un exagerado cloisonismo alrededor de los ojos, caricaturizando los rostros. Los vestuarios quizás recuerden un poco a la película “Dune”, del director Denis Villeneuve, estrenada el pasado año 2021. Poco trabajo para el iluminador. La coreografía, muy acertada.

Magnífico plantel de cantantes.

En rigor, no es fácil cantar esta ópera, con dificultades para mantener la afinación, la expresividad y el histriónico sprechgesang, a medio camino entre cantar y hablar. Soberbio el barítono sueco Peter Mattei en el papel estelar, con un brillante registro agudo, hiriente, y un gran centro.

El báltico es, además, muy buen actor. La soprano dramática holandesa, -aunque nacida en Belfast-, Eva-Maria Westbroek, posee un instrumento muy carnoso, corpulento, y le insufló un carácter trágico a su papel. No nos extraña que se atreva con el repertorio wagneriano, quien siempre requiere de sopranos dramáticas.

El tenor germano Andreas Conrad bordó el papel del Capitán, asistido por un histrionismo fuera de lo común, rayando en la caricatura, con una gama muy amplia en el registro sobreagudo. Su compatriota, el bajo Franz Hawlata, obró de manera similar, poco rocoso, pero un gran actor y una buena voz. Excelente el Cor de la Generalitat y el breve papel de los infantillos de la Escolanía.

La Orquestra de la Comunitat Valenciana brilló en los atriles, con unos instrumentistas de viento y percusión que desempeñan un gran cometido en esta ópera. Los dos crescendi finales del Acto III puede que estuvieran magnificados por altavoces, porque el sonido fue ensordecedor. La batuta del neoyorkino James Gaffigan, muy buena.

Ficha técnica:

Lugar y fecha: Palau de Les Arts Reina Sofía, Sala Principal, domingo, 29 de mayo, 18 horas.
Programa: “Wozzeck”, ópera en tres actos con música de Alban Berg.
Reparto: Peter Mattei, barítono (Wozzeck); Christopher Ventris, tenor dramático (Tambor mayor); Tansel Akzeybek, tenor lírico (Andrés); Andreas Conrad, tenor bufo (Capitán); Franz Hawlata, bajo (Doctor); Eva-Maria Westbroek, soprano dramática (Marie); Alexandra Ionis, contralto (Margret); Adrián García, tiple (hijo de Marie).
Director de escena: Andreas Kriegenburg.
Escenografía: Harald B. Thor.
Vestuarios: Andrea Schraad.
Iluminación: Stefan Bolliger.
Coreografía: Zenta Haerter.
Coros: Cor de la Generalitat Valenciana y Escolanía de la Mare de Déu dels Desemparats.
Orquesta: Orquestra de la Comunitat Valenciana.
Dirección musical: James Gaffigan.

 

Francisco Bueno Camejo