Durante la mañana de hoy, la palabra “gentuza” se ha situado entre las tendencias más comentadas de Twitter (ahora X). Un término cargado de desprecio que, en cuestión de horas, ha sido empleado por miles de usuarios para referirse a políticos, inmigrantes, activistas, manifestantes e incluso miembros del propio gobierno. Sin embargo, lo que podría parecer un insulto más en las redes sociales se ha convertido en un síntoma del hartazgo ciudadano y de la creciente polarización ideológica que atraviesa España.
Un insulto dirigido a muchas dianas
Los ejemplos recopilados en la red social revelan que “gentuza” se ha convertido en un comodín ofensivo, adaptable a cualquier escenario de confrontación ideológica. Para algunos usuarios, “gentuza” es sinónimo de inmigración irregular: “No sé en qué momento hemos normalizado que gentuza extranjera venga ilegalmente a nuestro país (…) Esta democracia no ha traído más que invasores, sangre y miseria”. Otro tuit recuerda el caso de un supuesto MENA que, tras pruebas médicas, resultó tener más de 23 años: “Esta gentuza está en España y vive a costa de tus impuestos por culpa del PPPSOE”.


Pero el término no se limita al debate migratorio. Otros tuiteros lo han empleado para hablar de los activistas de la “flotilla” que trató de llegar a Gaza, calificándolos de “escoria discípula de Hamás”. En el mismo hilo, se celebraba que Israel identificara a dos etarras entre los participantes, como prueba de que se trataba de “gentuza” ligada al terrorismo.
La palabra también se vuelve contra quienes gobiernan: “Hay que ser muy miserables (…) para que no les pase nada a esta gentuza que nos gobierna”, criticaba un usuario en referencia a miembros del Ejecutivo y cargos vinculados al Ministerio de Igualdad.



Frente a esta ola de indignación, también hubo mensajes que intentaron dar la vuelta al insulto. Algunos manifestantes propalestinos en Valencia lo usaron en tono irónico: “Cuánta gentuza, que diría algún sin alma. Decencia en las calles y mucha libertad”. Este tipo de apropiación busca presentar el término como una etiqueta injusta contra quienes protestan “pacíficamente”.
En este sentido, el término se ha convertido en un recurso para expresar malestar frente a situaciones que generan preocupación o rechazo.

La palabra también en el discurso político
Lo que diferencia esta tendencia de otras es que la palabra “gentuza” ha trascendido el ámbito de las redes sociales para entrar en la retórica de políticos. Por ejemplo, José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid, ha calificado como “gentuza” a quienes no se comportaron de manera pacífica durante ciertas manifestaciones. De manera similar, Alfonso Serrano, secretario general del Partido Popular, utilizó el término para referirse a manifestantes propalestinos que alteraron el desarrollo de La Vuelta, con Almeida respaldando su afirmación.
Por su parte, Javier Maroto utilizó la palabra de forma más irónica para describir la violencia registrada en Ferraz, mientras que Diana Morant, desde la bancada del Gobierno, denunció los gritos de “puteros, gentuza y payasos” proferidos por diputados del PP contra el Ejecutivo en el Congreso.
En este contexto, “gentuza” deja de ser un desahogo espontáneo para convertirse en una herramienta de comunicación política que permite identificar con claridad lo reprobable.
Un síntoma del hartazgo ciudadano
Que “gentuza” se haya convertido en tendencia no es casualidad. Detrás de todo esto hay un cúmulo de problemas reales que han erosionado la confianza de los ciudadanos en sus instituciones y en la convivencia diaria. Entre ellos está la inseguridad creciente, visible en robos, agresiones y en la actuación de bandas juveniles, muchas veces integradas por inmigrantes ilegales o reincidentes que apenas cumplen condena. A ello se suma el drama de la okupación, que ha convertido en pesadilla la vida de miles de familias que ven cómo pierden sus viviendas mientras la legislación protege más al intruso que al propietario legítimo.
La indignación crece también ante la corrupción política y el enchufismo, con casos que se archivan o quedan impunes y con ministerios hinchados de cargos a dedo, lo que transmite la sensación de que el esfuerzo personal y la meritocracia ya no cuentan frente a la fidelidad partidista. Todo ello se agrava con una presión fiscal cada vez más asfixiante, que ahoga a autónomos y trabajadores, mientras quienes viven de subsidios o subvenciones parecen estar siempre mejor amparados por el sistema.
En este contexto, no sorprende que miles de ciudadanos, al desahogarse en las redes, recurran a un término como “gentuza” para referirse a quienes perciben como responsables de este panorama: desde los okupas hasta los políticos, desde ciertos colectivos de inmigrantes hasta quienes justifican la violencia o el terrorismo. Puede ser un insulto, pero es también la expresión de una fatiga social profunda, la señal de que una parte del país siente que ya no se le escucha ni se le protege.
















