Los vecinos de San Antonio, popular barrio enclavado en la Zaidía tras un año y medio de una dolor de cabeza constante y una lucha encarnizada desde que en julio de 2021 se enteraron del proyecto de macrohotel y residencia de estudiantes que una empresa pretendía construir en un patio de manzana de su barrio.
El proyecto pretende derribar las históricas naves de la calle Guala, la antigua fábrica de saxos de Yute para construir en su lugar hasta seis edificios que configurarían el mayor complejo hotelero de Valencia, con 550 habitaciones dobles. Lo que llevaría a más de 1.100 jóvenes al patio de viviendas, un complejo con doble licencia, la de hotel y residencia de estudiantes. Un proyecto ante el que los vecinos desde un primer momento rechazaron de pleno.
En agosto del 2021 hicieron numerosas alegaciones al proyecto que aún no han sido contestadas por el Consistorio Municipal. Rápidamente los vecinos se organizaron para conseguir paralizar el proyecto. Han hecho más de una decena de caceroladas, con cada vez más participantes y hasta manifestaciones.
Un proyecto que el Gobierno Municipal rechazó pero colaboró con él
El Ajuntament de Valencia más concretamente el gobierno municipal de Ribó y Sandra Gómez mientras rechazaba de cara a los vecinos el proyecto, vendió una parcela municipal a un propietario colindante sin notificar al resto, colaborando con el proyecto, puesto que el representante legal era el mismo arquitecto autor del proyecto del macrohotel.
Uno de los agujeros negros sin resolver y que Ribó ni Sandra Gómez no quieren aportar luz es la inmatriculación de la antigua acequia, un curso declarado como BRL, y que en 2019 una empresa inmatriculó a su nombre pese a ser un bien municipal. Nadie ha alegado desde el consistorio municipal durante 4 años. Algo que ha permitido abrir paso a las especulaciones, de que si el Ayuntamiento pudo en algún momento vender el curso de esa acequia. Algo que no quieren aclarar ni desde Compromís ni desde el PSPV. Aún así, se permitió la venta a terceros relacionados nuevamente con el proyecto de macrohotel.
Demasiadas «casualidades»
¿Será casualidad que el arquitecto que firma el proyecto parece tener más que una amistad y relación supuestamente laboral con el asesor de urbanismo del propio alcalde Joan Ribó?. ¿Y el arquitecto que elaboró un informe para el proyecto cuya hija parece se dedica a hacer proyectos de residencias de estudiantes?. El mismo que parece hace un informe para la propiedad y parece también para el Consell Valencià de Cultura negando cualquier protección a las naves.
Relaciones familiares que hacen sospechar de la idea de un más que posible pelotazo que ha estado planeando sobre las cabezas de muchos de los afectados.
Una larga lucha
Estas Navidades el propio Alcalde Joan Ribó se citó con la propiedad, a la misma hora que la propiedad de las naves metía una excavadora y empezaba un derribo de un muro y de parte de las naves. Paralizado por los vecinos, y que contaba con sólo una declaración responsable que no era válida para un derribo.
Igualmente la propiedad utilizó una triquiñuela legislativa para arrancar unos azulejos anteriores a 1.940 y un panel cerámico BRL.
Los vecinos hartos de palabras se han reunido con técnicos y realizaron en mayo pasado un informe de valorización multidisciplinar de las naves. Un informe tumbado por dos entidades de supuesto prestigio, pero que realizaron informes sesgados y con claro componente político y sin justificación.
La nueva propuesta municipal
Al fin el reino de taifas independientes que se ha convertido los últimos meses el Ajuntament del Cap i Casal, los vecinos han conseguido sentarlos en la misma mesa. Cada uno decía una cosa distinta hasta ayer mismo.
El Ayuntamiento propone cambiar la calificación del suelo y permitir la edificabilidad en el solar de San Bruno y en dos parcelas de la zona.
Traslada parte de la edificabilidad a la zona de Marchalenes, pero no supone un perjuicio para la empresa ya que trocea el proyecto para evitar la macroresidencia.
El Ayuntamiento evita proteger las naves
Nuevamente como pasó con el Metropol, el Ayuntamiento evita proteger el patrimonio cultural e histórico y pretende hacer una zona verde donde hoy se sitúa una de las naves.
El alcalde y la vicealcaldesa sólo quieren escuchar los informes del CVC y de la Academia San Carlos, ignoran el de la Universitat de Valencia que sí le reconoce un grado de protección patrimonial. También hacen oídos sordos de los organismos estatales e internacionales que han pedido la protección.
La nave que queda en pié con un futuro incierto
La nave que quedaría en pié, en palabras tanto del alcalde como de la vice-alcaldesa, se dejará y en un futuro, se decidirá si se mantiene en pie para dotaciones para el barrio, o por contra se derriba y construye un nuevo edificio.
Los vecinos con sabor agridulce
Los representantes de los vecinos se han ido con un sabor agridulce, consiguen que se paralice el proyecto de macrohotel, pero por contra el Ayuntamiento quiere derribar las naves que pretendían utilizar para dotaciones públicas.
«Ahora vamos a consultar a los vecinos sobre esta propuesta municipal, evidentemente estamos contentos por haber paralizado el macrohotel, pero queremos dotaciones en nuestro barrio».