– Amenazas de muerte, que son consecuencia directa de los discursos de odio que la izquierda lleva a la Tribuna de los parlamentos y a la propia calle.
No es nuevo; Santiago Abascal ha sufrido también amenazas reiteradas, así como se han distribuido panfletos con el tiro en la nuca, por representantes identificados de grupúsculos de ultraizquierda. Luego llega algún tribunal con pocas “narices”, o con poca “dignidad”, y dice que es libertad de expresión.
Pues bien; de la “libertad de expresión” -que yo defiendo el primero y por encima de muchas cosas-, a propiciar el odio; de la violencia verbal a la violencia física, sólo hay un paso.
¿Se puede decir que la conducta de abandono y traición del Sr. Sánchez al pueblo valenciano, azotado por la riada, es criminal? Sinceramente creo que sí.
Pero una cosa es hablar de comportamientos, y otra muy distinta amenazar de muerte. Una cosa es el debate político, y otra muy distinta incendiar la calle, aprovechándose del dolor de los afectados la tragedia de la riada, desviando además la atención de los verdaderos culpables: la inacción política de los diferentes gobiernos de España, que nos han dejado a los valencianos a merced de las continuas gotas frías.
Convocar manifestaciones en la calle con banderas comunistas, con símbolos de la Cuba castrista, y atacando a unos, pero negando pancartas exigiendo la responsabilidad de otros, es uno de los gérmenes de esta situación de “crispación” que tanto le gustaba a Zapatero ya en 2004. No seamos inocentes; todo esto está preparado, está buscado, y además ya está inventado. Históricamente, la izquierda ha dominado la propaganda, el relato, la mentira; ha intentado ganar en la calle lo que las urnas no le concedían; y ha repetido hasta la saciedad sus bulos, sus falsedades, para conseguir crear, aunque sea, un ápice de falsa verdad. Y en muchos casos, lo han conseguido. Por reiteración suya y por dejadez nuestra.
Es el momento de despertar; es el momento de evitar, como me pidió el padre del líder venezolano Leopoldo López hace unos años, que nos tomen la calle, que nos arrebaten la verdad; es el momento de que no consintamos que los discursos de la izquierda, llamando asesino, sanguinario, y “lindezas” de ese estilo a un representante político, sean rechazados por una mayoría de sentido común, de dignidad, de bondad.
La riada del 29 de octubre es fruto del cambio climático, según la izquierda; ¿y la del 57? ¿Y las que reiteradamente, con mayor o menor gravedad arrasan nuestra tierra? Bulos, bulos y más bulos.
El clima cambia incesantemente, pero no es algo antropológico; no es culpa del hombre, o al menos, no sólo ni principalmente. Y no lo digo yo; lo dice un experto, Sánchez Caro: “Nosotros no tenemos ríos normales en la cuenca mediterránea, tenemos ríos muy peligrosos, ignorarlo es una peligrosidad … los habitantes de la región mediterránea no son conscientes de que viven en una región altamente peligrosa, la de mayor riesgo” de España.
¡Basta ya de mentiras de la izquierda! ¡Basta ya de propaganda! Si los expertos consideran “imprudente” priorizar infraestructuras verdes en zonas de grave riesgo de inundaciones, por algo será.
No echemos la toalla; hay mucho que hacer. Primero, reconstruir Valencia; después, exigir responsabilidades, y sobre todo soluciones permanentes. ¿Creen que la izquierda estará por la labor? Yo creo que no. Pero no pasa nada; VOX sí.