Sánchez ha dado una conferencia para cuatro gatos en Davos, y entre otras muchas tonterías, nos ha dejado la “perla” de que las redes sociales no deben permitir el anonimato. Casi estaba pidiendo que le entreguen listas negras todos los meses. Sabría quien hace ruido y quien es susceptible de ser “cancelado” o eliminado de la vida social de alguna forma. Si hay algo que distingue a un dictador, es esa frenética necesidad de deshacerse de los opositores.
Viendo cómo coloniza toda institución o empresas estratégicas como Telefónica, cada día me recuerda más a Duvalier.
Manipula a la gente con su particular vudú, el hombre del saco climático. Y lo más perturbador, es ver cómo trae (incluso usando los aviones del ejército) a un montón de “especialistas” del machete de cortar caña de azúcar. Las gafas oscuras y el móvil se lo proporcionan los “transportistas” y completa su uniforme una mantita roja. Y todo, pagado con nuestros impuestos.
Me recuerdan bastante a los grupos paramilitares de los Tonton Macoutes. Y los está repartiendo por toda la geografía española, sobre todo en ciudades y municipios pequeños y con población envejecida. ¿Qué podrían hacer estas pequeñas ciudades y poblaciones si todos estos deciden ponerse a cortar cañas? Poco o nada. ¿Qué ocurriría si pierde unas elecciones y no puede pactar? ¿Qué haría si llega a ser imputado por cualquiera de los escándalos que rodean su gobierno? ¿Qué podemos esperar de un presidente que abandona a la población de la tercera región de España tras una catástrofe, para debilitar a su rival político?
Yo lo imagino haciendo cualquier cosa. Yo lo imagino urdiendo planes y estrategias de todo tipo, con tal de permanecer en el poder.
De alguien así podemos esperar cualquier cosa. En esa misma cumbre, ha dicho sin despeinarse, que si hace falta mandará tropas a Ucrania. Para eso quiere el ejército, para ir a guerras ajenas. Para ayudar al pueblo que lo paga lo envía una semana tarde y de mala gana, y para rematar a los militares que están en Valencia los trata peor que a los ilegales. Duermen mal y comen peor.
Con este panorama bien podría dar el golpe definitivo, y llevarnos a una dictadura sin mucho problema. ¿Quién iba a defendernos? Nadie.
Porque la imaginería popular cree que los golpes de estado, solo los dan los militares y si el ejército se opusiera, hay una nada desdeñable cantidad de ciudadanos alienados que no lo vería con buenos ojos. Y desde luego, los altos mandos del ejército son tan obedientes con el poder político que no moverían ni un dedo. Son todos muy demócratas. Hay que tener mucho cuidado con los que se llenan la boca con la palabra democracia. Muchos de ellos por no decir todos, no distinguen un totalitarismo de una monarquía, y mucho menos una dictadura, mientras el sátrapa de turno les deje “votar” algo cada cuatro años. Así creen que eligen cuando no eligen nada.
El ejército lo disfrutan otros, pero lo pagamos nosotros y bien “a gustito” porque siempre van en “misión de paz”. Menos para Valencia, aquí se envían según ellos unos 8000 una semana después, que no son suficientes ni de lejos. Parece ser que esto no era una misión humanitaria “al uso”. Las misiones humanitarias tienen que ser fuera del territorio español, que “viste” mucho más.
Con estos bueyes tenemos que arar.
Esto me lleva a pensar que, si continúan metiendo africanos en edad militar, bien alimentados y alojados, y que decidieran usarlos para represaliar o reprimir al pueblo, no tendrían oposición.
La policía cumple las órdenes del gobierno, el ejército también. Que el gobierno sea corrupto o ilegítimo (por mucho que el sistema lo permita) carece de importancia cuando la cúpula está colocada a dedo y los cargos repartidos entre afines. No se explica de otra forma que la orden, o la ausencia de esa orden, para no acudir a Valencia el primer día fuera obedecida. Después de eso, me espero cualquier cosa. No me extrañaría que la propia UE legitimara este atropello si conviene a los intereses de su agenda. No me sorprendería en absoluto que se mirara hacia otro lado. De hecho, con todo lo que está pasando, cada vez veo más cerca este negro horizonte.
Le echarán la culpa a Trump, o al cambio climático, incluso, a la bruja Lola.
Pueden hacer lo que les de la gana porque mientras los medios de información estén bien regados, al ciudadano de a pie les llegará lo que ellos permitan. Podrían masacrar a la totalidad de un pueblo en Zamora y aquí no se enteraría nadie. De hecho, hay gente que de verdad cree que en L’Horta Sud estamos de maravilla, “haciendo vida normal”. Que los polígonos en ruinas y las miles de empresas cerradas definitivamente no existen. Que los negocios y el tejido empresarial se van a recuperar una vez se retiren los coches y el barro.
Dentro de un mes, cuando se terminen los ERTE veremos la dimensión real de la ruina.
Si las ayudas económicas para recuperar esas empresas no llegan, las cosas se van a poner muy feas para Valencia. Y este gobierno lo sabe, pero prefiere jugar al desgaste del rival antes que preocuparse de los ciudadanos. De gente así me puedo esperar un golpe de estado.