Este concepto de democratizar la moda, se encuadra en todas estas políticas de frases hechas, y para mi gusto, un tanto grandilocuentes, como esos ministerios que conocen bien la música, pero no se saben la letra. Para conseguir resultados, en este, o cualquier otro campo, son necesarias medidas, y no frases brillantes para discursos de salón.
¿Cómo se democratiza la moda?. Según la teoría, con colecciones que no sean excluyentes, es decir, sin exclusión de clases sociales, talla, raza, o cultura y buscando la sostenibilidad.
Primer escollo, las clases sociales no son homogéneas y el poder adquisitivo de cada persona es variable, no solo dependiendo de su trabajo o situación personal, también del lugar o país donde habite. Posiblemente se refiere, a que puedas acceder a prendas de diseñadores de prestigio, con un alto nivel de trabajo, con calidad de tejido, y por tanto con precios elevados; la respuesta a este modelo es el low cost, con copias, más o menos afortunadas, con el anhelo, y esto me lo han defendido en varias ocasiones, que es lo mismo o parecido. No es lo mismo, es una ilusión que el mercado crea para vender toneladas de producto a buen precio, con baja calidad de confección, y tejidos más que cuestionables; es simplemente una cuestión de costes y márgenes comerciales.
Las tallas deben llegar a todo el público, y es evidente que estamos muy lejos de homogeneizar ese concepto, son pocas las marcas que desarrollan sus tallas, y el motivo es comercial, se llega a un público más amplio con tallaje “general” que en el tallaje llamado ”especial”, el coste es menor, y según la estética occidental, lucen mejor; no existe normativa que obligue a realizar un número de modelos ocupando todo el rango de tallas pequeñas o grandes. Las dificultades para su desarrollo: más cantidad de tejido, ampliar patrones, y la dificultad de conseguir modelos “atractivos” que luzcan bien, según el estándar de moda, que la sociedad, o las marcas, han implantado como canon de belleza.
Es evidente que todavía estamos muy lejos de conseguir una sostenibilidad verdadera en el mundo de la moda; existe buena concienciación, algunas nuevas normativas, pero solo en algunas parte del mundo, y la confección salvaje, sigue campando a sus anchas sin que nadie lo resuelva; ponemos normas estrictas para nuestras frutas, y luego nos comemos toda la fruta, con escasos controles fitosanitarios, que llegan de todos los lugares, somos dignos de estudio, con la ropa igual, o peor.
En zonas de mayor concienciación, las empresas están realizando acciones, pero más por obligación, que por un interés verdadero; están descubriendo que van a perder clientes, sobre todo de las nuevas generaciones, si no “se vende” que sus productos reúne unas condiciones de sostenibilidad, si no existiera esa presión social, no iban a invertir en un proceso que encarece los costes, pero ahora les va en ello, su supervivencia; no es un motivo altruista, pero como decía un compañero:” el gato me da igual, si caza ratones”.
¿Cómo podemos avanzar en esa democratización?
Sin duda, racionalizando el consumo, y presionando para conseguir prendas de mayor calidad, con mayor duración, precios razonables, amplitud de tallas, con garantía de origen y fabricación.
Realicemos una pequeña parada; no es lo mismo moda, qué estilo, no hay porqué volverse loco, no tengo que llevar el último modelito que acaba de salir.
La moda son las tendencias que imperan en un momento determinado, pero no es garantía de vestir bien, no todas las modas son favorecedoras y no todas sientan bien a todo el mundo. El estilo es otra cosa, va ligado, y es intrínseco a la personalidad, y cada persona puede tener uno, que te diferencia, y hay personas que lo explotan magníficamente, se pongan, lo que se pongan.
Por lo tanto, es cierto que con un poco de gusto, sin gastar grandes cantidades, podemos intentar aproximarnos a los diseños de los grandes creadores de moda, si tienes interés en seguir tendencias, pero mejor, buenas prendas, seleccionadas, bien acabadas, de calidad, que además tienen mejor presencia y mayor duración.
Por eso, si realmente se quiere mejorar esa democratización, pasa por concienciar en la compra de un menor volumen de prendas, estrenar menos, con productos de calidad, que a la larga salen a cuenta.
Esto permitiría reducir la contaminación, el sobrante de producto y está dinámica, casi de usar y tirar, que además a nivel ecológico, no nos podemos permitir. Lo que ocurre es que estamos construyendo sociedades de grandes slogans, con grandes intenciones, pero sin aportar las soluciones, seguro que todos estamos de acuerdo en muchas propuestas, pero faltan las personas, o el interés, para acompañar las frases con proyectos viables, sensatos y operativos. No se conseguirán los objetivos con intenciones, hay todavía mucho que mejorar, y una parte importante de la solución está en nosotros, los consumidores.