Luisa C. Perosán: “Problemas”

Tenemos problemas, muchos y graves, pero, sobre todo, tenemos problemas en el horizonte. Europa lleva recibiendo inmigración desde hace décadas. las razones de esto, según quien te las dé, son unas u otras: para algunos es una necesidad, para otros una consecuencia de nuestro pasado histórico. Pero lo cierto es que, en este momento, tras el ataque de Hamas a Israel, el problema que supone una buena parte de esa inmigración (por razones religiosas) se extiende a todo occidente. A países demográficamente bajos, o con una población estable. A países que en su día fueron colonialistas o países que jamás colonizaron.

La inmigración no hace distinciones, busca mejoras y va donde las encuentra. Pero, si bien acepta las mejoras, no es así con la cultura y tradiciones de los países que la acoge, y es así en el caso de inmigración procedente de países musulmanes. Y ¿por qué supone un problema? Pues porque hay una nada desdeñable cantidad de musulmanes, radicalizados o no, y una nada desdeñable cantidad de occidentales que, desde un buenismo absurdo y una superioridad moral totalitaria, apoyan incondicionalmente incluso acciones terroristas. Mientras, los gobiernos de todo occidente esconden la cabeza como las avestruces. Amenazas, atentados, apuñalamiento de bebés, violaciones en solitario o en manada, aumento exponencial de la delincuencia y narcoestados paralelos dentro de países europeos. Todo esto no es un invento, no es racismo, ni xenofobia, ni odio. Son datos. No debemos caer en los tópicos razonamientos, como aquello de «todos no son iguales». No, claro que no.

Tampoco todos los occidentales somos iguales, pero al tipo que va atropellando gente en una furgoneta por las Ramblas, le trae sin cuidado. Va a bulto. A esta persona le da igual si el atropellado es de un partido político u otro. Para esta persona, son infieles, escoria, no merecen ninguna consideración. Es muy probable que la mayoría de los musulmanes en Europa no sean radicales, pero eso no quiere decir que, llegados a un enfrentamiento, no tomen partido por los suyos. Sería lo natural. Lo extraño y antinatural es lo de muchos occidentales, que apoyan a los que potencialmente podrían ser sus verdugos. No entraré a enumerar los despropósitos ideológicos ni las penosas contradicciones, porque cualquiera con dos neuronas que se lleven bien, sabe de qué estoy hablando. Lo extraño es el desapego por los suyos.

Como estas personas, que, desde el pulpito del buenismo, desde una superioridad moral totalitaria y tajante, desprecian a su propia civilización, sin darse cuenta de que esto supone un suicidio. Nos esperan años de inseguridad y de miedo. Posiblemente de incidentes graves dentro de Europa, entre población civil. En Suecia ya han tenido que echar mano del ejército (es así, a pesar de cómo lo cuenta el telediario). En Holanda y Bélgica también están bastante mal y en Francia incluso peor. Reino unido abandonó la Unión Europea por esa razón (a pesar de lo que se diga) y España es el puente, el lugar de paso. Llegados a este punto, es irresponsable dejar que la gente siga llegando, sin organizar a los que ya están dentro. Llegados a este punto, deberíamos investigar a fondo de dónde salen estas ideologías buenistas que nos ponen a todos en peligro. Deberíamos averiguar quién nos ha metido el caballo de Troya en Europa y con qué intención.

Luisa C. Perosán