Luisa C. Perosán: Olimpiadas Woke

– Viendo los juegos olímpicos me queda más clara que nunca la profunda decadencia de Europa.

Una organización tan nefasta que incluso izaron la bandera de los aros al revés. Es de chiste. Y esto será un suma y sigue. Una inauguración cabaretera sin sentido, con la habitual burla al cristianismo (que no falte) y como no, un recordatorio de su maravillosa revolución. Chorros de sangre y una mujer con la cabeza cortada. ¡Claro que sí! Cada pueblo tiene de qué enorgullecerse y mostrarlo al mundo entero.

  • Un lamentable espectáculo que muchos preveíamos tras ver el espantajo escogido para portar la llama olímpica.

El desfile en barco por el río, seguramente porque les pareció mucho más seguro que hacerlo por tierra firme, ya nos da una idea de lo peligrosa que es la ciudad. Días antes ya habíamos visto imágenes de calles y plazas prácticamente desiertas. Si los dueños de las brasseries se frotaban las manos días antes, ha quedado claro que, su gozo está en un pozo. Un pozo de delincuencia, inseguridad e inmigración descontrolada.

  • París, la ciudad de la luz se ha quedado a oscuras.

Su luz se apagó cuando abrieron la puerta. Las calles con vallas metálicas son auténticas jaulas, solo faltan unas cuantas ruedas y los turistas se podrán divertir como un hámster. También hemos tenido una dosis de humor, viendo esas camas de cartón que nos enseñaban los deportistas, muy ecológicas. La madera procesada es mucho más sostenible, ¡claro que sí! Dormir entre cartones, literalmente, es una buena muestra del maravilloso decrecimiento, tan necesario. Cualquier vagabundo lo puede asegurar.

Desde el principio está siendo una pifia. Robos en los aeropuertos, en los autobuses, por las calles y hasta en los vestuarios. Incluso, y que sepamos, porque quizá no sea la única, una violación grupal a una turista australiana. Queda claro que Francia no puede garantizar la seguridad ni a los deportistas ni a los visitantes. Queda muy claro en qué “estado” ha quedado su Estado. Esa cacareada superioridad moral gabacha, con la que nos han sermoneado durante décadas, está mostrando sus frutos. “Francia es un país integrador y de acogida”. ¡Felicidades!

Francia y concretamente París es un “mal barrio”.

Ya en el transcurso de los juegos, el “wokismo” imperante y la estupidez, están dando mucho de qué hablar. Sin ir más lejos, la participación de trans en algunas categorías femeninas. En boxeo, por ejemplo.

  • Vimos estupefactos cómo un zamarro enorme y con más testosterona que Conan el Bárbaro, se enfrentaba a una boxeadora italiana.

Algo incomprensible bajo todo punto de vista, algo tremendamente injusto y condenable. ¿En qué estaban pensando los del COI? ¿en el deporte o en la política?. Está muy claro. Afortunadamente la italiana, chica lista sin duda, se retiró cuando viendo el percal, que anunciaba su segura derrota, se ahorró salir de ring apaleada.

No tuvo el mismo sentido común o quizá lo que tuvo eran más ovarios, la mejicana, que fue derrotada y además salió con la cara como un mapa de accidentes geográficos. En mi humilde opinión, el zamarro, una “boxeadora” argelina, jamás debió participar. Consentirlo ha sido no solo injusto, ha sido vergonzoso, por parte del COI y del zamarro.

Esa persone, o lo que sea, tiene el mismo espíritu deportivo que un gato cazando en un plato. Consciente de su superioridad física, no se ha cortado un pelo en participar y poder así apalizar mujeres, además de robar la medalla. Esa absurda discriminación positiva les ha robado el esfuerzo a esas chicas, que acudieron a los juegos tras años de intensa preparación. ¡Feminismo a tope!.

  • No ocurre lo mismo en las categorías masculinas. No veo trans compitiendo contra hombres en halterofilia. ¿Será porque es absurdo?.

Tampoco veo trans asfaltando carreteras, si alguien ve alguna, agradecería una prueba gráfica. También pagaría gustosa una entrada para ver un combate entre Ilia Topuria y esta persone.

En otras modalidades también hemos tenido espectáculo complementario, por ejemplo, en el Triatlón, que nos ofreció la oportunidad de hacer apuestas extra. Quién vencía y quien enfermaba. Los atletas tuvieron que nadar en las asquerosas aguas del Sena, un río que va camino de ser “transitable”. Una prueba para la que espero, los médicos les dieran una buena dosis de antibióticos.

Estás Olimpíadas son un desastre y una cutrez.

No existe el “espíritu deportivo”, más bien, son un triste escaparate de ideología absurda. Son una declaración de malos principios. Están dejando bien claro en qué se está convirtiendo occidente. Una olla de grillos, pastoreados por cuatro sinvergüenzas, que nunca comprarán la mercancía que pregonan.