Ferran Gil: Negro y negre

Negro y negre. Opinión semanal en Valencia News de Ferran Gil.

En el vasto y extenso vocabulario de cualquier lengua hay un número notable de palabras o vocablos, que en función de cómo se expresen adquieren uno u otro sentido hacia el que lo recibe o donde va dirigido. Y puede pasar de la amabilidad a la ofensa según el tono de voz amable u ofensivo, y más, si van acompañados de adjetivos o calificativos que incrementan la mofa o infamia, incluso en muchas ocasiones llegando a intolerables actitudes xenófobas o racistas, merecedoras siempre de la máxima censura y condena.

Todo ello viene a cuento por la trifulca montada este pasado fin de semana en el estadio Ramón de Carranza durante el partido de fútbol entre el Cádiz y el Valencia, donde presuntamente el jugador local Juan Cala se dirigió al valencianista Mouctar Diakhaby con el término deleznable de «negro de mierda», montándose el consiguiente revuelo, que alcanzó su cima en la retirada temporal junto a sus compañeros del terreno de juego a los vestuarios, como protesta por los lamentables incidentes, que al parecer tendrán cierto recorrido por la gravedad de los mismos.

Vaya desde aquí mi más enérgica repulsa con el deseo de que se esclarezcan los hechos, concluyendo con las debidas, pertinentes y ejemplares acciones que se merezcan.

Pero sin que sirvan en absoluto de justificante, ni de comparación y al margen, sin que tenga que ver con el caso, la palabra «negro» en sí, no resulta vejatoria a no ser que se utilice en tono despectivo, acompañada de alguna burla o insulto que denote un claro tinte racista. Pues es un sustantivo que hace referencia a un color determinado de piel como puede ser cualquier otro.

Valencia es tierra de apodos y rara será la población donde no se conozca a varias personas o sagas familiares con el mote de «el negro o el negre*, apelativo cariñoso y coloquial como puede ser cualquier otro. Y al que así le llaman no se siente injuriado ni tan siquiera molesto, igual que pasa con los que se conocen como «el roig» o «el blanquet», por sus características generalmente epidérmicas, bien sean oscuras, rojizas o albinas.

Incluso recordemos la imagen en talla del Cristo de una cofradía del Grau de la Semana Santa Marinera que es conocido popularmente por todos los devotos como «el Negret».

Al hilo de esto, recuerdo el anecdótico caso del primer jugador extranjero de color del Valencia Basquet, el norteamericano Howard Wood, con varios años de residencia en España, que nunca se sintió agraviado por el motivo referido en estas letras, por lo que aceptaba con normalidad y gran sentido del humor cualquier referencia a su tono de piel, siempre que está fuera, por supuesto bienintencionada. En una concentración de pretemporada al hacerle una observación sobre algo muy evidente, respondió con toda naturalidad, al más estilo socarrón valenciano «a ver que seré negro, pero no tonto» entre la sorpresa y cierta hilaridad de los presentes. Y es que el bueno de Howard era una bellísima persona que dejó huella en su paso por la entidad valenciana.

Sirva como recuerdo de quien fue un gran profesional del baloncesto.

 

Ferran Gil: A mi aire