Fernando de Rosa: Un mundo Feliz

Fernando de Rosa: Un mundo Feliz

La novela “Un Mundo Feliz”, escrita por Huxley en 1932, refleja claramente hacia donde nos está llevando este Gobierno. La sociedad está en crisis, han fallecidos miles de personas, y sin embargo, la versión oficial es que estamos en un «mundo feliz «, en esa fantasía convertida en marca publicitaria por el CIS de Tezanos, viven instalados el Gobierno central, el Botànic y el municipal. Si no te sumas a la «canción grupal», eres señalado y descalificado.

Como en otras ocasiones he dicho, el Ayuntamiento de Valencia, que debería ser la institución más cercana a las necesidades de la ciudadanía, es el que está demostrando ser la Institución más alejada e insensible.

Cada vez me asombro más de la vehemencia  con que sostienen la versión oficial, aunque sea obvio que no se ajusta a la realidad: hay que hacer creer a la ciudadanía no estamos peor. Sin embargo, la realidad desmiente todas estas afirmaciones.

Hemos iniciado la fase 1 de la desescalada y muchos de los comercios de la ciudad de Valencia no han podido abrir.

Esa es la realidad, las deudas, las incertidumbres y el hecho de que no hayan llegado las oportunas ayudas municipales, hacen muy difícil para muchos pequeños empresarios poder levantar la persiana de sus comercios. Las ayudas no han llegado y el gobierno municipal solamente da largas. Van pasando  las semanas, y solamente escuchamos “que ya están de camino”.

Se llenan la boca de decir que esas ayudas se harán compatibles con las autonómicas, pero a la hora de la verdad, ni una ni otra.

El Ayuntamiento de Valencia alega que está trabajando con prudencia, recortando los plazos en la tramitación de las ayudas y haciendo sus funcionarios jornadas maratonianas. El problema no está en sus funcionarios, ya que como otros trabajadores en estos difíciles momentos, están arrimando el hombro para hacer frente a esta situación.

El problema está, sin embargo, en sus dirigentes, los cuales no saben cómo actuar para dar soluciones rápidas y eficaces, y a su vez, dificultan la transparencia e impiden la fiscalización.

Una muestra muy clara es la imposición por parte de la concejal de Compromís, Isabel Lozano, que envió una circular al servicio de Bienestar Social e Integración del Ayuntamiento, indicando a los funcionarios que en ningún caso se podía proceder a facilitar información o efectuar declaración alguna a los medios de comunicación.

Y ahora nos enteramos que existen claras irregularidades en los contratos de adjudicación a dedo a un estudio vinculado con un alto cargo del Consell.

Pero sigamos hablando de la «realidad real» y no del mundo ideal del gobierno municipal.

Las asociaciones de mercados municipales y  los vendedores ambulantes van a denunciar tanto al Ayuntamiento, como a la Generalitat, por no recibir las ayudas tantas veces prometidas y tantas veces incumplidas, para sostener a los autónomos.

Por otro lado, los comerciantes están pidiendo que se anulen las tasas de los mercados municipales, incluso ya han anunciado una demanda contra el propio Ayuntamiento por grave perjuicio económico. Sin embargo, la reforma de la plaza del Ayuntamiento ha tenido un elevado coste.

Para reformas de mal gusto hay dinero, para ayudar a los comerciantes, no.

El Ayuntamiento alega que con ello también se está ayudando a un sector clave de la economía: la construcción. Pero no olvidemos que hacer  obra pública y ayudar al comercio no es incompatible y el Partido Popular tiene derecho de exigir transparencia en la gestión del dinero de todos, y sobre todo, en que sepamos, quién es el que el verdaderamente se enriquece. Otro ejemplo más de falta de transparencia es la subvención, en estos momentos de crisis,  a la Societat Coral El Micalet, entidad catalanista, de la que el Sindic de Greuges ha pedido explicaciones.

Nos quieren llevar a una la felicidad por decreto

Como afirma el libro “Mundo Feliz” que en 1932 ya anunciaba los tics autoritarios de varios gobiernos de la época, había que caminar hacia la «nueva normalidad» y si los ciudadanos están preocupados pos su futuro, había que convencerles que están equivocados. Basta ver en este sentido, las últimas encuestas realizadas por el CIS.

Nos quieren llevar a una la felicidad por decreto, si no es así, cómo es posible que la encuesta publicada en el mes marzo, sólo había 35,8% de los españoles que afirmaban que su situación económica era buena o muy buena, y después de la crisis que estamos viviendo, en la última encuesta publicada, son casi un 70%.

No olvidemos que para alcanzar esa nueva normalidad, ese nuevo amanecer, el CIS ya sugería a los españoles que se debía controlar la información. No hay que creerse el relato oficial ni la manipulación informativa. La libertad es transparencia, rendir cuentas a los ciudadanos y sobre todo, trabajar para que nadie quede realmente atrás sin sectarismo y reconociendo lo importante de la iniciativa privada.